23 julio 2006

EL PEZ ALADO

Las aspas del ventilador tajean
las flagrantes frases del auditorio.
Miles de burbujas llenan el cuarto,
mientras afuera las luciérnagas ansiosas
aguardan que el anochecer las destaque.
Por una hendija espío
el siniestro cuadro de la discordia.
De mí hablan,
de lo que debo aprender,
de lo que hice.
de lo que ahora en más debo hacer.
Sin un pestañeo sobre el quien
que intento moldear con el cincel.
No tengo con que beber
El licor que se me escurre entre los dedos.
Las botellas siguen cayendo
pronto, harán sangrar mis pies.

Tal y como declaré ante el juez:
El pez se eyectó desde las aguas
batió sus alas dos veces y se precipitó al suelo
Quise salvarlo.
Creí que su única oportunidad era volver.
Les recuerdo que era un pez
Nunca pensé que el reencuentro con las aguas sería fatal

¿Por qué juzgan su acción?
¿Por qué el ser testigo me incrimina o me vuelve víctima?
¿El orden acaso no madura con el desorden?
¿Quien decidió lo que es cara y lo que es revés?
¿Donde empieza el escenario y donde el backstage?

Para las aves el suelo es el cielo,
para los demás el firme concreto.

¿Como salvar a un pez alado?

Calzándonos un par de alas en los brazos
y batiéndolas con todas nuestras fuerzas
demostrar que no tememos al caer
sino al nunca haberlo intentado.

10 comentarios:

Estrellada dijo...

Es vital insistir en "intentar" lo que nuestros deseos nos impulsan.
El sabio Tagore ya lo afimó bellamente: "Tienes los pinceles, tienes los colores. Pinta el paraíso y sumérgete en él".

Anónimo dijo...

Cada uno es artífice de su destino.
Pertenezco al club de los padres, y desde esa visión, reconozco que con frecuencia nos inmiscuimos en la vida de los peces alados que supimos concebir.
En todos los casos nos mueve el profundo amor que sentimos hacía nuestros hijos, el deseo de que no tengan que sufrir las situaciones y necesidades que nosotros pasamos, pero debo comprender que no le podemos ahorrar tales experiencias, porque así es la vida, y cada uno debe vivirla en plena libertad, tomando sus decisiones, esforzándose o no, asumiendo responsabilidades o no. Y el club de padres aprendemos con esfuerzo, a estar ahí cerca, pero no invadiendo, tratándo de que sepan que si estiran las manos o nos llaman estaremos mientras tengamos vida.

Marcela Mendoza R. dijo...

digo, siempre podemos salvar al pez...
muy bueno!

Maik dijo...

Genial, relato lleno de sinceridad.
Estimula el valor a volar.

Yamina del Real dijo...

Muy bueno, nadie puede salvar al pez, el pez por la boca muere, pero el intento nos salva a nosotros

un abrazo muy grande y gracias por visitarme,eres bienvenido cuando quieras con tus palabras y tus sueños

y

@Igna-Nachodenoche dijo...

Demostrar que no tememos al caer
sino al nunca haberlo intentado.
Gran verdad ésta, la pregunta es a ¿quien tenemos que demostrárselo? a nosotros mismos tal vez...
Somos juez y parte de nuestras propias accciones, ¿Quien juzgará fielmente entones?
Reflexivo tu post.

Anónimo dijo...

¿El pez alado busca que lo juzguen o se juzga?, que difícil es saberlo. Pero queremos que se salve el pez. Usa tus alas y vuela sobre la mediocridad y la falta de comprensión, pez alado.
Saludos cordiales

Rollita dijo...

hay tantas cosas que nunca he intentado, y por qué?? no lo se...

besos!

le mutante dijo...

o escuchándose un poco y descubriendo que es una en el fondo, bien en el fondo... y en caso de ser alada, calzarselas y salir a batir, por supuesto.

no sé que es el derecho y el revés, seguro no existen supremos, intento saber cual es mi orientacion... veremos si resulta.

MaLena Ezcurra dijo...

:)

Me vuelan las ideas.

Es mejor vivir que quedarse con pendientes, quizas...

Seguire rumiando tu post.

Cariños