28 agosto 2015

Rockeando



Blande la luna su brillante soliloquio.
La madre de todos los relatos,
y de todos los pecados… 
Un vestido vaporoso,
 un manto de  Lagrimas.
 Capas de héroes derrotados
Se mecen en caída libre
desde el escarpado acantilado
 del todo es posible.
Una noche para cambiar
Una coz en la sien
El Lado b de canciones profetas
El maquinista frena y se saca un pasaje a Alaska
Se Compra dos huskies y se deja llevar por pomposas vías nevadas
Los pasos largos que heredé de mi padre se detienen.
 Doy un respingo en el aire y
 comienzo a andar con estilo.
 Estilo propio.
Suenan las teclas de la nocturnidad
 Miles Davis su  sonrisa astuta y Jack
Camino Solo en  esta babel tanguera
donde en todos hallo rasgos de mis abuelos,
de mi difunto perro
y aquel otro que me mordió.
 Me aguarda un techo donde cuelgan costelaciones de origamis,
monedas de la suerte, mandalas y atrapasueños;
 olor a carne asada cebolla reogada y laurel; 
Un vino cómplice q se sabe todas las señas y sabe guardar secretos.  
Qué puede salir mal, si de la otra frontera de la mesa están
los mil un besos necesarios antes de morir.
Cierra esta velada a puro Rock & Roll. 
Nada de sedalinas de melosidad. 
Pasión de vivir fuerte.
 Knock out Bonham
Vuelo Mollo-claptoniano
Ritmo  Arnedo-pepper
y mi voz desvergonzada
 mi aullido lunático diciendo
esta es

Una noche para rockear. 

12 octubre 2012

De a pie

De a pie 
ando, 
tracciono este planeta,
que queda quieto en mi reposo.
Todo se detiene:
los ánimos y sus gestos,
el vuelo tardío de los gorriones jóvenes,
el fluir de la fuente de la avenida
el brote de azucena en el balcón.

De a pie 
se entabla amistad con el suelo,
se aprecia el arte de las fachadas,
se oye el silbido de un bien despierto,
se redescubre el sonido de los recreos.

De a pie 
se muelen las demoras, 
solo se llega, 
no hay señalada hora. 


De a pie
se drenan los coágulos de tirria y recelo; 
es el latido exacto para un espiritu manso.

De a pie 
se aprecia la magia de la buena compañía
veinte cuadras duran
lo que vive una chispa.

la lluvia es un dialogo con las alturas;
el sol es aquel amigo fiel 
que te da siempre la bienvenida.

De a pie junto a los pasos chiquitos de mis hijos.
Les suelto las manos y los dejo andar a su albedrío. 
Ella tropieza y al levantarse sonríe 
y toma una hoja seca que mueve
como si fuera el estandarte de su gesta. 
Él anda chueco y ágil con valentía 
toca los monstruosos carteles, 
prueba los huecos 
y agita la cola de algún gato somnoliento.  

De a pie van mis pequeños despacito y sin rodeos  
con la mirada franca y una sonrisa de regalo,
para el que a los tumbos cae barranca abajo,
desperezando éste planeta 
al ritmo de sus almas peregrinas.

12 enero 2011

ABRACADABRA

Tarde de enero.
Sobre el lomo dócil de una mesa de café porteña.

Bitácora de errante náufrago.
.
Distanciado del potencial oleaje
que mi canoa añora.
Me arrimo practicando el desinterés
palpitando un real anhelo.

Es cierto que temo.
Es que desde el bautismo mis partidas
fueron abruptas.
Muelles crepitantes.
Vuelcos orilleros.

Un álbum de calamidades autóctonas.
acodadas en las ochavas triperas.
A la espera del salvoconducto
que sentencie la tinta.

La moraleja cuenta.
Para siempre y hasta siempre.
es como dibujar el contorno de los dedos.
Un adiós inflamable.

Busco crear el abracadabra que rescate,
que desperece el arte lúdico,
que apile reclutas para combatir el histérico flirteo de la desazón.

El pase mágico debe partir de la paradoja del mundo
que es finito y continuación.
Una masilla de un googol de golpes,
pisadas y despegues.

Al finalizar su alquimia
habrá ahuyentado las maromas de los rapaces
fundado la cofradía del asombro,
infiltrado héroes de la broma
que hostiguen hasta en la huida al obeso prejuicio.

Temporada de tormentas
de cara al cielo y con la boca abierta

Acercar el bolígrafo al papel.
Como bofetada.
Como el más intenso de los besos.

28 julio 2010

La MAGA

En las páginas pedregosas de la rue de Seine
Julio, el de los ojos de niño,
trastabilla con la embriagante estela de La Maga.


Este renglón inicia trazando un surco invisible
entre las multitudes de la calle Florida.
Desde un escaparate con teclados y pentagramas
donde se reflejan un par de botas negras,
soberanamente altas.

Las baldosas previas las había fumado
en la ansiedad
por corporizar una duda inflamada.

Se presentó sin saludo
vistiendo una sonrisa sobradora
de saberse mujer que con ideas llama
y que con arte desbarata.

En el influjo de la pendiente
Nos inventamos compañía
Trincheras para el contra espionaje.
Quien sabe, con qué objetivo.
Entonces los pasos fluyeron tanto como las palabras
y los minutos se agotaron
a la par que me convencía

de cuan telescópica era su mirada.

Aguda daga que traspasa la piel de una estocada
Que se adentra sin permiso
en la búsqueda de abarcar la real dimensión cósmica
Sopesando máximas de Milán
sentencia a la insoportable levedad del halago
y su redundancia.

Luego se escapa
o así se siente su ida

Como un arrebato que te seca la garganta.

Nadie me advirtió que
a La Maga

Se la descubre por su taconeo

y se le recuerda por su mirada.

02 junio 2010

EVANESCENTE


Al fin
Paz.
Pondero el eco.
El arrullo de la criatura de sombras
y escombros nérveos.
Vigilo,
me pierdo
y sueño
sobre la cama, que es mi cuarto,
mi hogar y destierro.
Y en el derrotero vernáculo
un boleto asoma
entre las ancas de un libro de Paul Auster.
Instante mío.
Que se rescata e infiere
un destino tomado,
una fecha pisada
y su permanencia
una incógnita.
Era de mañana
Dormitaba parado con la frente sobre el pasamano.
al fondo, junto a los asientos individuales.
Oyendo un compilado de redondos, divididos y los piojos.

Paseo por el país de las últimas cosas.

Yo joven.


Evanescente.

07 enero 2010

MAÑANA

Mañana
encenderán rubíes en las farolas
De las estrías del asfalto brotarán algodones violáceos y bananos fluorescentes mientras mariposas de caramelo extraen néctar de los besos.
Fundamentalistas del jolgorio lanzarán bombas de jazmines.
Un batallón de pies descalzos danzarán por más lluvia.
para que un rocío de guirnaldas empapen los cuerpos extenuados.

Será un resto maravilloso
la continuación venturosa a una intro quejumbrosa.

Mañana
Las calles rebalsarán de pasos mansos,
Caravanas de malabaristas crearan nubes con sus esferas coloridas
En las esquinas se alzarán rascacielos de naipes
y los cines harán un continuado de amores de última fila

Mañana
En los puertos partirán columpios a navegar los siete mares
Los vasos se embriagarán de espuma sonora
Brindarán vivando la abundancia de otro día,
Por el perpetuo misterio al doblar la esquina.
Por el recuerdo de la copa vacía.


Mañana
Abriré los ojos bajo el agua
Calzaré las zapatillas de lona, el jean de galope y la remera desflecada
Fatigando laberintos tras los pasos de mi aleph.

Mañana
El azar travestido

se confundirá entre las caderas que giran por la pista
Y al final de la noche

será coronado
reina del carnaval.

14 noviembre 2008

Globos de colores


Vientos infantes cardan las margaritas que mojan el sendero; apurados por impulsarse desde el bruñido del procer sin nombre y esquivar el mástil sin estandarte; vientos infantes jugando un picado con el envoltorio de un alfajor. Suenan las últimas campanadas de la suprema siesta convocando a sus devotos. El porteñito, desparramado sobre un banco de plaza, apretuja la atención contra las palabras de un relato, al que le sienta bien el repentino desierto. De tanto en tanto, subrayaba un pasaje, que luego murmura, avisándole a la memoria que le guarde una copia
- Leeme, porteñito. - Escuchó decir entre la aguardentosa tos de un ciclomotor.
La piel del rostro se le cargó de sangre. Colorado, más bien purpurado, como si lo hubieran sacado de prepo, mientras jugaba a resistir bajo el agua.
El corcel destartalado se detuvo a los pocos metros, a la altura del siguiente banco. Ella miraba desafiante. Su amiga reía con todos los dientes mientras le daba empujoncitos en el hombro, saboreando aún la picardía. Desde un Neandertal abofeteando el piso con un garrote hasta el chiflido de su padre acudieron para animarlo. Había que decir algo. Doblaba el libro hasta exprimirlo con la ilusión de ver caer alguna frase adecuada, y nada. En otra parte del cuerpo un motín de músculos y nervios se sublevaba quitándole la gorra, pasando la mano por el cabello grasiento, alzando el mentón y las cejas.
Ella se volvió a anticipar.
– No te pongas nervioso. No mordemos. Vamos para el arroyo. ¿Venís?
Tendrían la misma edad que él, entre 15 y 17 años. El rostro de ambas descubría una ascendencia indígena. Compartían ese aire calmo, de quien transita por su casa. Tan diferente a la de los hijos de inmigrantes, de pigmentos salinos y mirada de oasis lejano. Ella, se llamaba Maga, era erguida y resuelta como una bailarina. Miraba a los ojos dando a entender que no se llevaba bien con los nuncas y que no perdonaba las mentiras. Siempre antes de reír se mordía el labio. Era fácil imaginar como sería su llanto. Desde pequeña trabajaba en el kiosco junto al hotel, al igual que su risueña amiga, de la que no recordará su nombre, sólo su encantadora afición de arrojar globos al arroyo.
Una tarde fue el último trueque de fotografías de la ciudad con obelisco y subterráneos, de mar revuelto y churros, de peregrinaje por el monte y del cabrito perdido.
El porteñito le obsequió su libro, ella lo rechazó y le arrancó un beso.
-Ya lo leí. -Se despidió.
La amiga río con ganas dando golpecitos en la tierra, lo abrazo fuerte y apuró el paso tras Maga.
El porteñito atónito abrió el libro y murmuró la frase final, y rió. Sepultó las hojas bajo un tótem de piedras y salió en dirección a la terminal.
A sus espaldas, una procesión de globos de colores alunaban la calma del arroyo.