19 junio 2006

LA FORTALEZA

Huir
Tras de mi un portazo agitado.
Se activa la defensa:
Sembradíos de clavijas que se cruzan,
afiladas espinas se tensan,
avivados telones de humo.
Por fin, a salvo mi permanencia.

Cuatro paredes mi fortaleza.
El vigor de su hermetismo se erige en mi consciencia.

Al norte crepitan las chispas de la hoguera
El hacha sabotea el plano sur
El granizo azota el lado oeste.
Mientras al este la pliegan desde los bordes.
Mi guarida me protege.
El último lugar del mundo.
El primer sostén de mi coraza.

Huir.
Escapar a la incertidumbre.
Evitar lo que queda del otro lado del dominio.
Del otro lado, todo.
Afuera: el golpe, el grito y la sirena.
Decisiones desechadas.
El otro rumbo, el camino sin huella.
Lo invisible aprisiona,
se presume hasta desquiciar de potencialidades.
Lo intangible asfixia obeso de abstracción.

Cuatro paredes
mi refugio, la posta y el patíbulo.
El vigor de su hermetismo se debilita con mi apetencia.

¡El salir no incluye el volver!
Aulló la brújula antes de estrellarla contra mi suela.

El refugio de quedarme pone en peligro mi capacidad de ir, contesté.

La pared norte se derrumbó primero.
El humo de la hoguera se percibió un par de días.
Hoy ya nadie recuerda que aquellos escombros fueron una fortaleza.

04 junio 2006

AIRE TRIUNFAL

Aún arde el miedo.
Temor distante al terror.
Cercano a la revolución.
Al huracán que anuncia su orgullosa retirada
Mi piel se vuelve milimétrica
transparenta venas torrentosas.
Un frío bravucón atosiga mi quietud, pero aguardo.
Aprendí a esperar.
El sol ya suspira los aromas del amanecer
Son los segundos finales
de horas atravesadas a los tumbos.
Atacando, retractándome a las trincheras
en la búsqueda por recuperar fuerzas
para embestir con mayor vehemencia.
Desgarrado en miles de sangrantes estrías,
surcos, heridas, tatuajes de contiendas enfrentadas.
Mi fortaleza se alimenta de ellas.
Sin embargo, hoy tiemblo frágil.
Por el ardor cicatrizando.
Por el laurel que corona.
Obsequio fragilidad al cuerpo,
lo libero de la tensión y lo colmo de sosiego
al ver mi espada clavada en el suelo.
Me sostengo en vela
con una sonrisa atascada en el rostro
conteniendo una carcajada sonora y ridícula.
Me lo merezco.
Y soy juez y parte.
Nadie más objetivo que mi espíritu.
Estoy a pasos del “Arco de la gloria”
Pasos de emperador triunfante.
Pero Yo, más.

Ni el certero destino de almas gemelas,
ni la excesiva generosidad de la providencia
te brindan el sabor a satisfacción comparable
tras haber batallado en el frente
y conseguido la anhelada victoria.

A cada paso una batalla.
A cada ser una espada.
El botín y el bando poco importan
sólo el valor de haberla enfrentado.

Pasos de emperador triunfante.

Pero Yo, más.