30 agosto 2006

EL DILUVIO


Las teclas desafinan.
Las notas aun frescas van perdiendo sonido
Hasta que la última falange decida enmudecerlas.

Desde el norte surgió el diluvio
El primer fruto estalló contra el parabrisa de un automóvil gris,
El segundo junto a un perro vagabundo que dormía en la vereda.
El resto fueron racimos enteros
descendiendo desde la arboleda de nubes negras.
Bañando a todos por igual.
El diluvio se abrió camino

Y en distintos pasos todos practicaron la vida.

Los relámpagos descubrieron la fluorescencia opaca de los esqueletos moribundos.
Mientras los truenos paralizaban los cueros adolescentes.
Los enamorados se retrasaban a cada beso
Los locos comenzaron a mortificar a los cobardes danzando alegres con sus caras pintarrajeadas
Los inválidos se aferraron a las baldosas
Los ciegos formaron filas kilométricas para no perderse entre sí
Como los mancos agrupados en un único padecimiento, añorando una caricia.
Los sabios sonreían sin soltar palabras.
Me pareció ver que el perro vagabundo también lo hacia.
Los creyentes armaban barcos con las páginas del Génesis
Un millonario maldecía a su chofer por no dejarle monedas para el próximo tren.
Un pequeño de rizos saltaba entre los charcos con sus botas azules.

Hoy la luz no penetra en mi retina
Las aguas colmaron el último instante.
Los rasgos familiares se han desvanecido.
Entre mis cabellos se lanzan panfletos al mar de los sueños
Botellas mensajeras para el naufrago rezagado
Ajenidad emancipadora
De haber hecho simplemente lo correcto
Cruel destino el de sobrevivir.
Un prismático para el horizonte
Y ningún camalote al rescate
No sé si quiero volver o descubrir

La distancia es de un paso
Tan lejano como la nada y el todo.

Me retraigo
Me abrazo
Mientras observo
Como continua el infatigable romance
de las olas con la orilla.