Tarde de enero.
Sobre el lomo dócil de una mesa de café porteña.
Bitácora de errante náufrago.
.
Distanciado del potencial oleaje
que mi canoa añora.
Me arrimo practicando el desinterés
palpitando un real anhelo.
Es cierto que temo.
Es que desde el bautismo mis partidas
fueron abruptas.
Muelles crepitantes.
Vuelcos orilleros.
Un álbum de calamidades autóctonas.
acodadas en las ochavas triperas.
A la espera del salvoconducto
que sentencie la tinta.
La moraleja cuenta.
Para siempre y hasta siempre.
es como dibujar el contorno de los dedos.
Un adiós inflamable.
Busco crear el abracadabra que rescate,
que desperece el arte lúdico,
que apile reclutas para combatir el histérico flirteo de la desazón.
El pase mágico debe partir de la paradoja del mundo
que es finito y continuación.
Una masilla de un googol de golpes,
pisadas y despegues.
Al finalizar su alquimia
habrá ahuyentado las maromas de los rapaces
fundado la cofradía del asombro,
infiltrado héroes de la broma
que hostiguen hasta en la huida al obeso prejuicio.
Temporada de tormentas
de cara al cielo y con la boca abierta
Acercar el bolígrafo al papel.
Como bofetada.
Como el más intenso de los besos.
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4 comentarios:
Me reclino ante tu palabra, tus versos son tan porteños, tan de cafetín y milagro.
Un abrazo con la cara mirando al cielo, tragando el viento.
M.
No temas más...
y no nos dejes tanto tiempo sin acercar tu bolígrafo al papel.
Voy a venir a recordarte que espero tus letras cada tanto...
Acercar el bolígrafo al papel... como el más intenso de los besos... bella definición. Me gusta leerte :)
Creo que me dieron ganas de ayudarte a buscar aquél abracadabra....la verdad me hace falta. Gracias por pasarte. Espero seguir leyéndote. No dudes con el bolígrafo, deja que se dispare como amor de locos.
Un abrazo,
Jess Vilardi
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