02 junio 2010

EVANESCENTE


Al fin
Paz.
Pondero el eco.
El arrullo de la criatura de sombras
y escombros nérveos.
Vigilo,
me pierdo
y sueño
sobre la cama, que es mi cuarto,
mi hogar y destierro.
Y en el derrotero vernáculo
un boleto asoma
entre las ancas de un libro de Paul Auster.
Instante mío.
Que se rescata e infiere
un destino tomado,
una fecha pisada
y su permanencia
una incógnita.
Era de mañana
Dormitaba parado con la frente sobre el pasamano.
al fondo, junto a los asientos individuales.
Oyendo un compilado de redondos, divididos y los piojos.

Paseo por el país de las últimas cosas.

Yo joven.


Evanescente.