12 octubre 2012

De a pie

De a pie 
ando, 
tracciono este planeta,
que queda quieto en mi reposo.
Todo se detiene:
los ánimos y sus gestos,
el vuelo tardío de los gorriones jóvenes,
el fluir de la fuente de la avenida
el brote de azucena en el balcón.

De a pie 
se entabla amistad con el suelo,
se aprecia el arte de las fachadas,
se oye el silbido de un bien despierto,
se redescubre el sonido de los recreos.

De a pie 
se muelen las demoras, 
solo se llega, 
no hay señalada hora. 


De a pie
se drenan los coágulos de tirria y recelo; 
es el latido exacto para un espiritu manso.

De a pie 
se aprecia la magia de la buena compañía
veinte cuadras duran
lo que vive una chispa.

la lluvia es un dialogo con las alturas;
el sol es aquel amigo fiel 
que te da siempre la bienvenida.

De a pie junto a los pasos chiquitos de mis hijos.
Les suelto las manos y los dejo andar a su albedrío. 
Ella tropieza y al levantarse sonríe 
y toma una hoja seca que mueve
como si fuera el estandarte de su gesta. 
Él anda chueco y ágil con valentía 
toca los monstruosos carteles, 
prueba los huecos 
y agita la cola de algún gato somnoliento.  

De a pie van mis pequeños despacito y sin rodeos  
con la mirada franca y una sonrisa de regalo,
para el que a los tumbos cae barranca abajo,
desperezando éste planeta 
al ritmo de sus almas peregrinas.